NIÑOS QUE QUIEREN TENERLO TODO

 

 

AUTORA: CAROLA SCHUSTER-BRINK

 

 

PRÓLOGO:

 

Aunque cada vez nacen menos niños, la oferta de productos aumenta día a día: el mercado destinado al público infantil es mayor que nunca.

Los niños cada vez quieren más porque ni siquiera las chucherías y los cachivaches los satisfacen por completo.

 

Preocuparse en lugar de comprar

 

La proximidad, la dedicación y el tiempo, son valores que no se adquieren en una tienda. Sin embargo, es lo que los niños necesitan realmente para descubrir su cuerpo, sus sentimientos, su mente y a sí mismos y sentar las bases para establecer una relación con otras personas a partir del primer vínculo con sus padres.

Para evitar que los hijos sufran algún daño, hay que tratarles de forma distinta. Sobre todo, no debemos permitirles que pasen la infancia sentados frente al televisor. Los niños aprenden cuando se mueven, hacen cosas, prueban y manejan herramientas y materiales que agudizan los sentidos. Aprenden de sus errores, de sus éxitos y de sus fracasos.

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Retorno a la sencillez natural

 

No cometa el error de menospreciar a sus hijos, puesto que son muy emprendedores y suelen estar dispuestos a acompañar a los adultos en todo cuanto hacen.

Para pasarlo bien no hace falta una bicicleta último modelo, un patinete de fabricación casera cumple la misma función.

 

CÓMO SER UNOS BUENOS PADRES

 

La anulación del instinto maternal

 

Los recién nacidos tardan un poco en acostumbrarse a la vida fuera del seno materno y piden a voces el contacto directo, el calor y el abrazo de su madre, esa sensación envolvente tan natural antes del parto ¿Cómo se puede explicar que un pediatra, basándose en argumentos científicos, pueda desaconsejar la lactancia, para que no se le mime demasiado?

 

         ¿Qué es lo mejor para mi bebé?

 

En vista de que las madres disponen de tan poco margen para actuar instintivamente y de forma creativa, es necesario buscar vías alternativas. La publicidad sabe muy bien lo que buscan las madres: sentirse responsables. Amar a su hijo significa darle lo mejor que hay en el mercado.

 

Si todos lo hacen es que está bien

 

Los niños cuestan dinero y suponen un sacrificio para los padres.

Cuando van sentados en el cochecito dan la espalda a su medre para que así ellos disfruten del mundo que los rodea.

Todo el mundo hace lo mismo por la sencilla razón de que así es como se enseña en televisión, pero lo que les encanta a los niños es ver a su madre. El niño sólo sabe si una situación es amenazadora o inofensiva mirando el rostro de la madre.

 

¿Cuándo hay que empezar con la educación?

 

La educación no es algo programado, es el fruto de la relación entre padres e hijos y empieza el mismo día del nacimiento.

 

Los hijos como árbol de Navidad.

 

Las madres siempre tratan de conseguir todo aquello que hace que sus hijos se diferencien lo menos posible de los demás. Y si su situación económica lo permite, también procuran que sean un poco mejores. Los niños se convierten en un árbol de Navidad viviente para lucir todo aquello que la moda considera el último grito. Así, los pequeños se dan cuenta enseguida de que son objeto de admiración y cariño.

Muy pocos progenitores caen en la cuenta del poco valor educativo de ese modo de proceder.

 

 

Solamente los pobres exhiben un árbol de Navidad sin adornos, y la realidad es que nadie quiere parecer pobre. Así pues prefieren quitarse la comida de la boca a que la gente piense que no tiene suficientemente dinero para equipar como es debido a su propio hijo.

Por desgracia hay padres que no se dan cuenta de la necesidad pedagógica  de establecer una clara diferencia entre sus propios deseos y los de sus hijos. Así, estos se convierten con frecuencia en un objeto de demostración de los deseos paternos. Tarde o temprano eso acarrea consecuencias.

La comparación con otros padres provoca una especie de competición consumista. Las fiestas infantiles, como los cumpleaños, deberían servir para fomentar las amistades y no como exhibición de bienes de consumo.

 

El pequeño árbol de Navidad se revela

 

Los niños están llenos de vitalidad. Ellos juegan con cuanto tienen a su alcance, y todos aprenden la cruda realidad de la vida a través del juego nuestros aseados hijos lo tienen más difícil para jugar con tierra, palas y agua que la mayoría de los niños del resto del mundo; así pues, no es de extrañar que queramos que resplandezcan como un árbol de Navidad.

Pero un niño siempre es un niño. En algún momento descubre que puede y quiere hacer más cosas de las que le permite su entorno. Y cuantas más trabas se le ponen, tanto mayor es su deseo de escapar a la tutela permanente.

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Los límites de los “sobornos”

 

Las carencias emocionales de la madre inducen a su hijo al consumo. Sin embargo, el pequeño es lo bastante fuerte para resistirse y obligarla a corregir el rumbo.

Todos los niños necesitan manipular materiales sencillos. Los envases de cartón, por ejemplo, son ideales para jugar con ellos.

Si pudieran hacerlo, los niños comprarían amor, tiempo y dedicación.

 

LOS NIÑOS EN EL PUNTO DE VISTA DE LOS DESEOS PATERNOS.

 

Los niños no son una hoja en blanco, sino que más bien contienen gran cantidad de información. Tienen su propio carácter, su propio temperamento y sus propias debilidades y puntos fuertes.

 

El bienestar como forma de vida

 

No todos los niños consiguen hacerse notar. Cuanto más subliminal es el estímulo de consumo, tanto más difícil resulta rebelarse. La situación adquiere un cariz funesto cuando los niños acaban equiparando el amor de los padres al consumo y ya no echan nada en falta.

Cuando los padres dan a sus hijos todo lo que ellos mismos desean y se pueden permitir, están cometiendo, sin lugar a duda, un error de graves consecuencias para el futuro del niño. De esta forma, el pequeño adquiere mucha menos destreza y habilidad que si tuviera que preocuparse de administrar correctamente su paga.

Algunos padres tienen un hijo porque es lo normal, pero probablemente no lo necesitan. Después lo colman de bienes materiales (lo que cuenta es lo que se posee)

 

Las “cuentas pendientes” de los padres.

 

Cuántas veces hemos oído decir “Quiero dar a mi hijo lo que yo no pude tener”. Muchos padres confiesan con orgullo que sus hijos tienen cuanto les viene en gana.

Cuando los hijos desempeñan el papel que les ha sido asignado y hacen realidad las esperanzas depositadas en ellos, sus progenitores se muestran profundamente agradecidos. Cuando se niegan, es casi imposible evitar las peleas, las desavenencias y el distanciamiento.

 

Desarrollo o deformación

 

Los niños no son objeto de consumo, sino que son personas independientes, aunque al venir al mundo sean seres totalmente indefensos. Todo lo que necesitan de sus progenitores se resume en una sola cosa: ayuda para su desarrollo. Los sueños de los padres no deben intervenir.

Nuestra verdadera función es ayudar a los niños en su desarrollo cuanto nos sea posible y dejar que fortalezcan su personalidad.

La práctica deportiva en grupo tiene una enorme importancia en los tiempos que corren, puesto que los niños pasan demasiado tiempo sentados y sin moverse. A través de la competición con otros pequeños y con los adultos se establecen contactos sociales.

 

El lado oscuro del deporte infantil

 

Los niños necesitan hacer ejercicio, puesto que a través de él conocen el mundo. Sin embargo, lo que les perjudica seriamente es iniciar la práctica deportiva demasiado temprano y de forma exclusiva.

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        Los hijos únicos como símbolo de la posición social.

 

El tener varios hijos constituye un riesgo de pobreza, sobre todo para las parejas con una posición social baja. Sin embargo, muchas desean tener al menos un hijo, y éste se convierte con frecuencia en una especie de símbolo de la posición social.

 

PEOR QUE UN VIRUS: LOS REMORDIMIENTOS DE CONCIENCIA

La publicidad como “catecismo”

 

La publicidad ha asumido el papel que antes desempeñaba la iglesia.

Actualmente la publicidad es quien muestra a las madres el camino que deben seguir con sus hijos.

 A veces, los padres dan a los pequeños cosas que estos ni siquiera desean, debido a un sentimiento de carencia. Con este comportamiento a menudo despiertan el afán consumista de sus hijos...

 

¿Aprende mi hijo lo suficiente?

 

Los padres que no cesan de comparar a sus hijos con los demás siempre encuentran algo que los suyos no saben hacer o que no hacen demasiado bien y, en un exceso de celo, sienten la necesidad de ponerles al día para que no tengan envidia.

Los niños se sienten a sus anchas cuando manipulan papel, cartón, pinturas o agua. De esa forma dejan volar la imaginación y aprenden mucho.

Un niño nunca juega demasiado.

Los adultos a menudo quedan deslumbrados por los niños que se manejan bien  con las últimas tecnologías. Sin embargo, normalmente los pequeños se limitan a tocar las teclas adecuadas y no aprenden los conocimientos básicos necesarios para enfrentarse a la vida cotidiana.

Ni el ordenador ni la consola de videojuegos son adecuados para enseñar al niño la relación entre los propios actos y sus consecuencias.

La inteligencia es algo más que la suma de teclas y botones pulsados. Se basa, sobre todo, en hacer las cosas con atención, ánimo de mejorar, creatividad y un comportamiento práctico.

 

Empezar la casa por los cimientos

 

Los viajes a lugares lejanos resultan fatigosos para los niños y, en algunos casos, resultan perjudiciales para la salud, en especial si todavía son pequeños, no hay que agobiarles ya que se les arranca de su mundo experimental, todavía joven, antes de que hayan podido echar raíces como es debido. Para descansar es mejor un lugar de vacaciones no muy alejado, en una granja o en una costa.

Los pequeños que se crían en un pueblo tardan varios años en comprender y explorar su pequeño mundo.

Los niños que viven en la ciudad también encuentran en su entorno un campo de aprendizaje.

Los niños primeramente tienen que conocer bien su entorno para poder descubrir otros lugares.

 

CONSUMISTAS EN MINIATURA

 

Los niños toman a sus padres como modelo a seguir, y por lo tanto quiere imitarlo, por eso el comportamiento consumista de los padres empieza a repercutir en los niños al cabo de pocas semanas.

 

Mirar, escoger, comparar

 

Cuando los adultos tienen todo lo que se anuncia en televisión, los niños no quieren ser menos...

El niño chico supera enseguida los hábitos sencillos para relacionar los medios y la finalidad y experimentar libremente. Es lo que nosotros denominamos jugar. Jugando se aprende, y, como es sabido, el aprendizaje estimula la inteligencia.

A todos los niños les gusta comprender y tocar lo que les rodea, y lo que reconocen mejor son las cosas con que están más familiarizados, incluidos los productos de marca.

 

 

 

Falta de intercambio

 

         Los niños también reconocen con entusiasmo los juguetes con componentes electrónicos, pero a la larga no saben que hacer con ellos.

         Los anuncios publicitarios que aparecen en televisión son el principal instrumento a través del cual los pequeños descubren todo lo que se puede desear y hay que tener a toda costa. A muchos de ellos les gustaría vivir en el país de la fantasía, y los padres se sienten muy presionados.

 

Nunca tiene bastante

 

A los niños les encanta tratar de manipular a sus padres, pero cuando lo consiguen se sienten profundamente decepcionados.

Cuando los padres privan a su hijo de la atención y el tiempo necesarios de una forma continuada, el niño busca alguna satisfacción sustitutoria y quizás acabe convirtiéndose en un adicto al consumo. Cada vez necesita más cosas nuevas, porque las viejas han dejado de divertirle.

Algunos padres no se dan cuenta de que lo que hacen es privar a sus hijos de la feliz experiencia de conseguir algo mediante el propio esfuerzo y fortalecer así la autoestima.

 

¿Comprar o robar?

 

Cuando el dinero carece de importancia, las compras pierden interés enseguida, muchos de los niños que han sido sorprendidos robando en unos grandes almacenes confiesan que no necesitan realmente esos objetos Lo que les mueve a hacerlo es la emoción de robar, de vivir una situación límite.

 

El aliciente de las drogas

 

En muchos casos, los deseos desmesurados y el consumo indiscriminado allanan el camino hacia el mundo de las drogas sintéticas. Dado que los niños hace tiempo que se sienten como adultos porque tienen todo cuanto hace atractiva la vida adulta, también imitan sus drogadicciones

Si no se pone freno al consumo disparatado antes de los diez años, es muy difícil controlarlo en los años posteriores.

 

EL ABURRIMIENTO, UN MAL DE HOY

 

La supresión de espacios vitales.

 

Los pequeños de hoy sienten verdadero aburrimiento y ello se debe, al hecho de que, en el transcurso de los diez a los veinte últimos años, han desaparecido determinados espacios vitales y, por consiguiente, los niños tienen menos posibilidades de tener experiencias nuevas.

 

 

 

 

         Nada que hacer en casa

 

         Uno de los inconvenientes de los hogares totalmente automatizados es la pérdida de actividades creativas, sobre todo para los niños.

 

            Programados para la falta de ejercicio

 

         Los paseos, al menos en familia están pasados de moda.

Los vecinos suelen ser la excusa para que el pequeño no aprenda a tocar ningún instrumento.

Muchos padres tienen que aprender a hacer algo útil con sus hijos ya que carecen de tiempo o de imaginación para ello. El ordenador y la televisión a menudo son bien recibidos para entretener a los niños.

 

Jugar, pero ¿a qué?

 

Los niños ansían hacer algo útil, asumir responsabilidades y modos de comportamiento social que amplíen sus competencias. Sin embargo, cuanto mayor sea su aislamiento durante la infancia, menos posibilidades tendrán de afrontar responsabilidades prácticas hacia los demás, aprender modos de comportamiento socialmente correcto y hacer amigos.

 

Libertad en el paraíso de las compras

 

El supermercado aporta acción a la vida de los niños. En él pueden emprender viajes de reconocimiento entre las estanterías repletas de colorido y la gran cantidad de productos a la venta. También disfrutan de la libertad que no tienen en las calles (no hay coches, no hay bicicletas...)

 

 

Falta de estímulos, contactos y sensaciones.

 

A menudo, los niños sedentarios y aburridos desconocen por completo la fatiga, ya que no pueden exteriorizar sus ganas de moverse. Sus ansias de descubrir cosas nuevas son satisfechas virtualmente, en el mejor de los casos, y como consecuencia, padecen trastornos del sueño. Además, no saben que es el éxito. Puesto que no les han permitido desarrollar sus aptitudes o no hacen uso de ellas. Sus contactos sociales son escasos debido a que sus compañeros de juego suelen vivir bastante lejos. Su mundo afectivo es pobre, dado que del consumo se extrae muy poca dicha.

Ir de compras dos veces al día, sin cruzar apenas una palabra, por la noche mirar la televisión... algunos niños lo soportan sin decir nada, aunque la cabeza y el estómago se rebelen...

Hay otra cara del consumo: aquel que consume a través de los ojos, siente el mismo vacío en su interior que los niños que no piensan en otra cosa que en atribular a sus padres con su anhelo por las últimas novedades.

 

El letargo de los sentidos

 

Un sentido se desarrolla sólo en la medida en que es utilizado en combinación con los restantes: hay que poder enlazar los distintos estímulos con los sentidos. La conversación, el habla y los juegos elementales, tienen sin lugar a duda una gran importancia.

Los pequeños necesitan relacionarse con otros niños, y con más razón si la madre trabaja fuera de casa. El aburrimiento no existe cuando se juega con otros niños, de la misma edad o mayores, y siempre resulta emocionante forjar planes.

Las madres que están sobrecargadas de trabajo tienen los nervios destrozados y, con frecuencia, suelen establecer un pacto, perfectamente comprensible pero funesto, con sus hijos: si no desordenan, ensucian ni hacen ruido les dejará ver la televisión.

 

Como pez fuera del agua

 

Los niños sin los proyectos que estimulan la imaginación son infelices debido a que se sienten como peces fuera del agua.

El aburrimiento va germinando en silencio y crece sin parar. Los niños que se dejan llevar por la curiosidad, se mueven a voluntad y lo manipulan todo para descubrir el mundo nunca se aburren. El aburrimiento en un niño no es más que el producto de la pasividad impuesta por los padres.

 

ACTUAR ES MEJOR QUE COMPRAR

 

Desmitificar las compras

 

La familia precisa experiencias que fortalecen la cohesión y la colaboración, pero éstas no tienen porque estar ligadas a las compras.

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Previsión en la planificación

 

Cada hogar es una pequeña empresa, y las previsiones de planificación son tan importantes y útiles como en los grandes negocios. Esto es algo que los niños deben aprender desde pequeños. Los padres han de enseñarles a gastar con prudencia y a descubrir que existen otras cosas agradables en la vida además de las compras.

El libro de gastos domésticos es una valiosa ayuda para analizar los propios hábitos de compra y hacerse una idea de que se necesita en realidad. Esto también redunda en beneficio del bolsillo.

 

Todo tiene un precio

 

Los niños desean ser importantes y responsables y les gusta que se les consulte. Anímeles dejando que le ayuden a llevar las cuentas de la casa. Los niños que saben el precio de algo que comen, aprenden a administrar mejor su asignación que los que no tienen ni idea de los gastos domésticos.

 

Los deseos y su cumplimiento

 

Los deseos de los niños también varían. Necesitan soñar con lo que les gustaría tener, pero los deseos no deben ser satisfechos de inmediato.

En una familia, sobre todo con varios hijos, siempre debe haber una especie de justicia económica, dependiendo de las edades.

 

La lista de tareas domésticas

 

Además de otras tantas cosas en el hogar, se puede hacer una lista de tareas domésticas, en la que se hace una relación de todas las tareas que deben efectuarse en una casa, se puede acordar con la pareja o con los hijos, a partir de los cuatro años.

Los pequeños se sienten orgullosos de poder colaborar y, a la vez, aprenden que los derechos siempre conllevan obligaciones.

La manipulación de objetos de cocina y el hecho de poder experimentar con ellos, no sólo ofrecen a los niños pequeños una posibilidad perfecta para aprender conceptos elementales, sino que también fortalecen su sentimiento positivo hacia el hogar.

 

LA CONFIANZA EN SÍ MISMO DENTRO DE LA FAMILIA

 

La creación de espacios de prueba adecuados.

 

El objetivo de la educación es que los niños acaben siendo competentes e independientes.

Los niños tienen que aprender a confiar en sí mismos a través del ensayo, los errores y el éxito. Necesitan trabajar en un lugar donde no importe que se ensucie.

 

Iniciativa propia en vez de mirar embobado.

 

Un niño que esté muy ocupado (cocinando, bailando...) no se interesará por los programas que estén dando en televisión.

Alimentar los sentidos significa hacer cosas. Las propias acciones deparan experiencias de éxito y fortalecen la confianza en sí mismo, sobre todo en la familia.

 

La función de padre

 

A menudo, los niños consideran a su padre como un “guía”. Este tiene que integrarse en la vida familiar cuando regresa de trabajar para no interferir en los esfuerzos educativos de la madre.

El padre es una atracción para todos los niños, aunque sólo sea porque no pasa mucho tiempo en casa y, por lo tanto no tiene tantas ocasiones de mandarles hacer algo. La madre y las educadoras lo tienen muy difícil para estar a la altura del padre.

 

Aprender según un modelo.

 

Si se quiere evitar que los hijos se conviertan en consumistas en miniatura, los padres tienen que emplear toda la fuerza de su ejemplo para favorecer la formación de una auténtica conciencia individual. Los niños siempre aprenden siguiendo un modelo, tanto si éste es positivo como negativo.

 

Conquistar el mundo a pie.

 

Cuando un padre coge a sus hijos de la mano y les enseña las maravillas de la naturaleza, está proporcionándoles una escala de valores mucho más importante que cualquier tipo de conciencia de marca.

Por si solos, los niños nunca considerarían el coche como un símbolo de la posición social, puesto que ni siquiera saben qué es eso. Así pues, resulta muy fácil enseñarles que tan sólo se trata de un medio de transporte cómodo.

 

 

La función de la madre

 

La madre necesita un compañero que la apoye para poner en práctica todas sus ideas. El niño se aprovecha enseguida de las discrepancias entre ambos y, además, estas provocan inseguridad.

La familia nunca ha sido un paraíso celestial. Ninguna otra “empresa”precisa tanto sentido común, disciplina, atención y sensibilidad.

 

Comportamiento conflictivo

 

En aquellas situaciones en que las necesidades, expectativas e intereses de los padres y de los hijos no son los mismos, hay que hallar soluciones sólidas, procurando que nadie se sienta como un perdedor, sino que pueda preservar su autoestima. A veces basta con ponerse en el lugar del otro y comprenderlo mejor.

Nada hay que fortalezca tanto la confianza en sí mismos de los niños que la armonía y las actividades conjuntas y felices en familia. De este modo es posible revelarse juntos contra las tentaciones del consumo.

 

DESCUBRIR EL MUNDO CON LOS NIÑOS

 

Los pequeños no entienden lo que es el tiempo de la noche a la mañana. La percepción consciente del paso de las estaciones les proporciona una pauta con cuya ayuda consiguen orientarse de acuerdo con la naturaleza que les rodea.

Lo importante es que sólo aquel que observa tranquilamente siempre en el mismo sitio percibe el avance de la primavera.

Deje que sus hijos pinten en casa lo que han visto cuando han salido y guarde los dibujos.

La transición de la primavera al verano pasa desapercibida. Ésta es la mejor estación del año. No hay que desperdiciar ni un solo día soleado de verano para salir con los niños al aire libre a disfrutar de la naturaleza.

Acuda al mismo lugar que en primavera para observar la naturaleza. Hable con los niños de todos los cambios que se han producido.

Los niños son extremadamente felices cuando se les lleva a jugar al aire libre, a ser posible a orillas de un riachuelo.

Los paseos otoñales dejan una profunda huella en la mente infantil. Los pequeños lo pasan muy bien viendo como las hojas se agitan con el viento o andando y saltando entre la hojarasca del suelo.

El invierno muestra el entorno familiar bajo una nueva perspectiva. Los niños guardan unos recuerdos inolvidables de su primera experiencia con el invierno, y pueden plasmarlos sobre papel a través de sus dibujos.

La observación de animales en la ciudad es como un pedazo de naturaleza para los niños.

A los niños les encantan los animales pequeños como los gusanos, caracoles, hormigas... las columnas de hormigas perfectamente ordenadas le servirán de excusa para que explique a sus hijos el sentido de comunidad y familia.

En realidad, a todos los niños les gustaría tener una mascota propia, pero sólo unos pocos pueden ofrecer a un animal las condiciones adecuadas para una vida óptima, sobre todo si viven en la ciudad.

A los niños les gusta descubrir el mundo que les rodea con los cinco sentidos a través de sus propias acciones y experiencias y hacer suyo ese territorio.

La vida es bastante complicada para los niños. Necesitan tener la sensación de que al menos hay un lugar que  conocen bien y les proporciona un sentimiento de seguridad, como por ejemplo su casa.

Los niños tienen una gran energía y son muy curiosos. Están ávidos por tocar, observar, sorprenderse, modelar y cambiar las cosas. Les gusta medir sus fuerzas compitiendo con otros niños de la comunidad.

Con frecuencia las disciplinas individuales como la gimnasia artística tienen como objetivo satisfacer la ambición de los padres y no el bienestar (y la buena salud) del niño. Los deportes en equipo también fomentan la competencia social.

 

NUESTROS HIJOS COMO ALIADOS

 

Como ocurre en cada generación, nuestros hijos son la base para un mundo nuevo y mejor.

 

La búsqueda de conexiones

 

Todas las preguntas de los niños tienen como objetivo entender mejor el mundo. Es necesario prestar atención e intentar responder a todas las cuestiones, incluso a aquellas que nos parezcan más absurdas, aunque las preguntas de un niño nunca son absurdas. Siempre son un reflejo de sus ganas de saber cosas nuevas, porque lo que ve lo confunde o, incluso lo asusta.

 

Responder con tapujos y con paciencia.

 

Cuando a un niño no le dejan hacer preguntas, ha perdido la esperanza de recibir respuestas correctas y sinceras o de entablar una conversación aclaratoria, está abocado al consumo para ahuyentar los pensamientos y llenar el tiempo. Por consiguiente, los padres tienen que estar dispuestos en todo momento a dialogar y responder lo mejor que puedan cuando sus hijos les planteen alguna pregunta.

 

¿Cuándo son débiles los padres?

 

Los niños consideran una debilidad por parte de sus padres el que les concedan todos sus deseos, caprichos y extravagancias y se dejen manipular constantemente. Eso hace que se sientan inseguros y desamparados. Llega un momento en que se sacan las cosas de quicio y asumen el control sobre sus propios padres.

Los niños también perciben como una debilidad por parte de sus padres el que éstos se nieguen a explicarles las cosas. Los pequeños sienten la necesidad de comprobar la posición de sus progenitores a través de preguntas porque esperan que lo que dicen sea congruente con lo que hacen. Quieren saber si pueden fiarse de sus padres, si merecen su confianza o si es mejor que se desentiendan de ellos y busquen caminos propios.

 

Dios y el sentido de la vida

 

Los niños al igual que los adultos, también están preocupados por la cuestión del origen y el sentido de la vida, sólo que de un modo mucho más natural.

Los niños tienen derecho a formarse su propia imagen de Dios aunque sus padres sean ateos.

Los niños tienen una noción de la muerte a menudo antes de lo que creemos. Necesitan que sus padres les ayuden y les sirvan de guía cuando sienten la inminencia  de una pérdida o la sufren realmente. Los tapujos y el silencio provocan desconfianza en los niños.

 

Cuestiones de actualidad y acerca del futuro

 

La destrucción del medio ambiente impresiona a los pequeños.

Los niños se preocupan por la perpetuación de las especies animales, y también por el agujero de la capa de ozono.

Los niños en edad escolar se sienten amenazados por el tráfico.

Hay estudios que demuestran que los niños saben afrontar los problemas globales mejor de cuanto cabría pensar. Su máxima aspiración es que los adultos adopten una postura clara y estén dispuestos a modificar su comportamiento en su propio círculo de acción.

 

 

 

La búsqueda de valores

 

Los cuentos ponen de manifiesto la necesidad natural de los niños de distinguir entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto.

 

El ejemplo de los adultos

 

Los pequeños conceden valor a las mismas cosas que los adultos, sólo en el caso de que nuestra forma de pensar, de hablar y de actuar sean congruentes. Al menor signo de contradicción, nuestros hijos dejan de tomarnos en serio, perdemos credibilidad y nuestra escala de valores es rechazada.

 

Confianza y sinceridad

 

No sólo hay que cumplir las promesas, tampoco hay que rebasar los límites que se hayan fijado con anterioridad si no existe un motivo de fuerza mayor. Un niño necesita saber de qué se puede fiar. Sólo aquel que es digno de confianza le ofrece seguridad.

Los pequeños tienen una fina intuición para las mentiras, las evasivas y los engaños. Tienen que saber que no les están embaucando. Sólo así podrán los padres ganarse su confianza en tiempos de crisis.

 

Cortesía, consideración y responsabilidad.

 

A los niños les encanta que los adultos sean corteses con ellos. Las palabras como: por favor, gracias o perdón o los saludos, les demuestran que los adultos los toman en serio. Eso hará que ellos, a su vez, tomen en serio a los demás. Asimismo, los niños sólo son considerados si los demás demuestran consideración hacia su persona.

 

Compromiso

 

Cuando los adultos se implican en un asunto, sus hijos están de su lado de una manera incondicional. Son altruistas por naturaleza y siempre se muestran dispuestos a hacer cualquier cosa en beneficio de los demás. No les importa renunciar a algo que ellos desean cuando saben que hay alguien pasando apuros.

 

Cómo preparar a nuestros hijos para el futuro:

 

Procurando que ejerciten en la misma medida la cabeza, el corazón y las manos.

Favoreciendo sus virtudes sociales, imprescindibles para la subsistencia de cualquier sociedad.

Estimulando su creatividad, su espíritu de equipo y su capacidad para asumir responsabilidades, requisitos indispensables para el mundo laboral del mañana.

 

Aprender a esperar y a desear.

 

En ocasiones, las medidas educativas (de castigo) inducen al niño a mentir. Hay cosas que resultan más atractivas aun cuando están prohibidas.

Es más fácil desenmascarar a los pequeños con un poco de buen humor que con sermones sobre deseos razonables y disparatados. No haga que los anhelos de su hijo parezcan algo terrible. Los niños aprenden a ser moderados en sus deseos cuando la satisfacción de los mismos se hace esperar lo suficiente. Hable con el pequeño acerca de su deseo para que sea consciente de lo que realmente quiere.

Los padres pueden animar a sus hijos al ahorro haciéndoles entender que se trata de una inversión de futuro.

 

Una cualidad nueva: la moderación

 

Ante todo prima la idea de frenar el irresponsable e insensato consumo de materias primas. A ello cabe añadir la indagación por el hecho de que se fabriquen tejidos baratos y otros bienes perecederos en países de Tercer Mundo pagándoles unos sueldos míseros.

Cuando padres e hijos se apoyan mutuamente, dejan de estar indefensos ante la cruda realidad material.